Empecé mi kiosco en un momento muy particular: la pandemia había llegado y ya no era posible recorrer la ciudad vendiendo como solía hacerlo. Esta situación me hizo pensar en nuevas formas de vender y de llegar a los clientes.
A los 17 años he trabajado en ventas y siempre me ha gustado vender y conocer a personas nuevas.
El nombre de mi kiosco fue elegido con mucho amor y cariño.
Hoy en día, estoy muy orgullosa de haber tomado la decisión de emprender este camino y espero seguir creciendo y mejorando en el futuro.